VUELVE A SER ESAS CARICIAS PERVERSAS QUE ME ERIZAN LA PIEL.
Aquí estoy tomando un café frente a ti, con serenidad y deseos de oír tu voz, esperando que me digas que hay mucho para sumar y muy poco que dividir.
Sabes bien que eres esa corriente de calor con la fuerza de hacerme volar hasta lugares a los que solo he ido yo en mi imaginación. Eres el manantial que refresca, el sol que quema, el alba de mi alegría. Tú comprendes el período en que aparece la luz en el horizonte hasta que sale el sol y se hace de día.
Hazme escuchar una vez más el estallido de mi corazón al aproximar tu cuerpo desnudo para fundirse con el mío. Quiero volver a sentir esa brisa que pasa lenta y al mismo tiempo el resplandor de la luna en cada toque que efectúan con precisión tus cálidas manos. Con fervor volveré a beber de tu ombligo donde me embriagaba de buen vino y me alimentaba del manjar que solo tú sabes dar.
Aquí estoy. Ya me ves, en la búsqueda de tu esclavizante misterio y del trago amargo de tu dulce perversión.
—Isac Morillo.
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