TIENES DOS OPCIONES: DOMINAR O SER DOMINADO.
Sabemos que después de leer lo que viene a continuación, vas a entender por qué, a veces, la idea de ser conquistado tampoco es tan mala.
Llevar a cabo la conquista tiene amplias ventajas en cuanto sus oponentes, aunque no se debe negar que se necesita de un gran esfuerzo para llegar a ser el dominador absoluto. Para lograrlo se tiene que imponer la supremacía, el poder, la autoridad y la fuerza sobre alguien. A la hora de posicionarse como el líder es necesario hacer uso de una gran cartera de estrategias y conocimientos adecuados para dirigir el acto en sí mismo. Dominar es como ser el dueño definitivo en esos momentos, y sin embargo, paradójicamente, ser dominado también tiene sus méritos.
Dejarse dominar es entregarse a alguien que conoce muy bien la materia, la ciencia o el arte para manejar ese ejercicio. Rendirse a alguien con estas cualidades puede llegar a ser una experiencia subliminal en todos los sentidos. Es recibir todo el tiempo sin tener que dar nada a cambio. Solo hay que dejarse llevar y disfrutar de lo que se ofrece en ese momento. Lo más seguro es que en el área de la sexualidad te guste todo lo que te hagan.
Cuidado, que quien sepa tocar tus puntos más sensibles en la cama será el dominador automático de toda tu vida.
—Isac Morillo.
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